jueves, 24 de mayo de 2012

Una sencilla casualidad

Cruzaron sus miradas hace un par de años. Ella, muy guapa, se hacía una foto con alguien. "Uno más" debieron pensar: una más que se hace una foto y uno más que pasea. Al instante pensaron en una vida entera, el uno con el otro, felices. Y al instante se olvidaron mutuamente, sus rostros desaparecieron de sus mentes. Hoy se conocen, se presentan, se gustan y ya se querrán. Porque se querrán, aunque ignoraran durante años la existencia del otro. Una existencia que conocieron y olvidaron, como se olvidan las estrellas fugaces y los pasajeros de un tren. Y nunca sabrán que se vieron aquel día, mientras uno paseaba y la otra, para una foto, posaba. Pero sí pensarán, como un servidor lo hace cada día, con cada rostro nuevo, en que tal vez, aunque sólo fuera por un efímero instante, por efecto de una sencilla casualidad, se vieron un día, tal vez dos, y que sus ojos no se cruzaron por primera vez cuando lo hicieron sus nombres y el resto de las palabras. Y tendrán miedo, miedo de lo que ignoran, miedo a sentir la necesidad de tenerlo cuando lo conozcan.

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