viernes, 30 de octubre de 2015

Un día espléndido.

Bienvenidos de nuevo a mi blog. Me sentía tristemente afectado por varios hechos que acaecen por desgracia en el mundo. El impulso de escribir cuando guardas algo que deseas contar es cada vez mayor cuando pasan los días, sobre todo si nadie parece dispuesto a escuchar todo lo que tienes que decir. Comienzas a necesitar lanzar un grito, a ensuciar los papeles de borradores que no tienen éxito y, finalmente, a divagar sobre la cuestión que te aflige y no te deja ni dormitar. Y el resultado final es lo que dejo a vuestra disposición para que lo leáis. O no. Eso no me incumbe, aunque espero que sí lo hagáis algunos. Ante todo, gracias por leer.

>> Un día espléndido

Hacía un día espléndido. El cielo vestía un azul afable, de esos que te hacen pensar embobado durante horas y horas, y no se veía en él ni rastro de una sola nube. El sol daba luz sobre todo el prado que había justo detrás de casa desde hacía ya un par de horas, empezaba a darnos calor primaveral con bastante generosidad. Pronto, después de coger energías con el desayuno, nos pondríamos a jugar y a ser felices, como a los niños nos gustaba ser. Mejor dicho, como solo los niños sabíamos ser. Y es una lástima que se pierda con los años este pequeño gran don, pues no importaba realmente si [...] Sigue leyendo aquí.

lunes, 19 de enero de 2015

El testimonio de Lili

¿Conocéis la historia de la pequeña Lili? Algunos seguro que sí, como yo desde hace poco, otros supongo que imagináis su destino y el desenlace final de su vida tan solo con leer estas dos líneas, pero para los que no sepáis nada acerca de esta pobre criatura escribo con el corazón dentro de un puño este su testimonio. Antes que nada, no obstante, he de decir que tal vez se trate del texto más duro que haya escrito hasta el momento, aunque espero no herir los sentimientos de nadie.

Al inicio de su historia, Lili fue robada nada más nacer de las manos casi inertes de su madre cuando todavía no era capaz ni de reconocerla. Los primeros años de su vida los pasó encerrada bajo llave, alimentándose de las espesas y malolientes papillas que derramaban en el suelo para su deleite y con la escasa cantidad de agua que su diminuto cuerpo podía necesitar al día. Cuando los rasgos de su cara se definieron casi por completo el mundo entero podría haber llegado a ver a una pequeña adolescente alta y delgada, con unos ojos pequeños y marrones y una nariz chata algo divertida. Todos sus cabellos, de largos hasta los hombros, eran de color amarillo y tenía una piel rosada, aunque con un tono marrón que parecía naranja. Sus piernas eran largas y fuertes, y sus bracitos algo más cortos, aunque ella los apreciaba más que a nada en el mundo. Llegados a este punto, tendríamos que preguntarnos dónde estaba esa niña tan guapa, quién le habría hecho tal cosa y qué le depararía el futuro.

Pues bien, cuando creció lo suficiente como para no caber en la habitación donde pasó años encerrada lo siguiente que hicieron fue cortarle la mitad de los dedos de sus manos. Mientras le sujetaba por detrás un hombre enorme, de tamaño equivalente a la fusión de siete copias de la muchacha y con más fuerza de la que había visto jamás nadie en este mundo, el otro corpulento individuo le torció de golpe tres dedos de una mano a la vez, tres dedos de la otra después y, por último, se los cortó de cuajo con unas tijeras de podar, pero solo dos de ellos, dejando dos enteros y uno destrozado por cada palma. Claramente la niña se retorció de dolor, más aún era la primera vez que sentía algo parecido. Tiempo después el dolor físico se fue de su cabeza, quedando tan solo el recuerdo de aquello que ella tanto apreciaba antes, algo que le ayudaba a evadirse, volar y sentirse libre, y nuevas preocupaciones llegaron tras el viaje, un destino cercano, a tan solo dos puertas de allí, donde zarandearon su cuerpo al viento justo antes de lanzarle al suelo.

Lili acababa de llegar a una nueva y muy larga habitación. Era una nave descomunal. Allí debían caber, razonadamente, unas 800 personas de su misma edad o tamaño, pero si se excedía de ese número nadie tendría un sitio decente donde dormir y comer, un espacio vital al que la gente de fuera estaba más que acostumbrada a soportar, fíjate tú. Claramente ella contó a unas mil mujeres y a unos mil hombres de su misma edad, y no había hueco para todos, pero el problema duró menos de una semana. Al quinto día se abrió la gran puerta principal y el sol deslumbró al personal, y de allí emergió un gran vehículo, como una nave espacial increíblemente colosal. Varios hombres corpulentos bajaron de aquel mastodonte y Lili recordó al instante sus pobres dedos, sus brazos que ahora de poco le servían. Se le ocurrió observar por primera vez a los demás seres que con ella habitaban aquel siniestro lugar y, efectivamente, tenían tan solo cuatro dedos enteros y dos completamente inútiles, iban descalzos como ella y vestían con la misma ropa, un saco de patatas desgarrado y sucio, heredado de algún muerto que murió justo antes de entrar ellos. La pobre, dulce y preciosa muchacha de cabellos dorados y nariz peculiar cerró los ojos y abrazó a sus compañeros.

Las esperanzas de sobrevivir se desvanecían cada año que pasaba. La tierra seca magullaba la planta de sus pies, a veces perdía el equilibrio y se desplomaba de bruces contra ella. Los enormes vehículos siguieron llegando cada semana para hacer más hueco, para dar paso a nuevas generaciones de personas que sufrirían el mismo destino que ella. Cada vez que aquello ocurría todo el mundo corría hacia el otro extremo del largo almacén y condenaban con ello a los que no podían huir, a aquellos a los que les fallaban las fuerzas y no lograban ponerse en pie. Aunque a decir verdad, esos tenían suerte, pues su sufrimiento acababa justo pasados diez segundos. Uno de los hombres se acercaba a la persona que yacía tendida en el suelo, con unas piernas débiles, resquebrajadas por su interior, y sin contemplar demasiado a aquel ser le aporreaba vilmente con su horca. Tras el primer golpe con aquella herramienta todavía quedaban restos de conciencia en la persona que aún trataba de ponerse en pie, pero después del cuarto golpe ya no quedaba rastro de vida en él y era atravesado con las puntas de la horca de un lado a otro, rasgando el interior de su cuerpo y sus tripas, para ser depositado en el vehículo, ya inerte y con cuatro agujeros en su barriga.

La crueldad de aquellos bárbaros no tenía límites, y Lili no entendió durante el tiempo que pasó allí el por qué de sus actos, aunque tal vez seguía teniendo algo de tiempo para averiguarlo. Desde luego, no sería así la próxima vez, dentro de cinco días, cuando el camión regrese por última vez para ella, pues ha sido señalada por el mismísimo diablo y sentenciada a morir sin juicio ni condonación. La gran maquina transportadora de cadáveres llegó temprano. La, no tan joven ya, y no tan rubia ahora, sino más bien de pelo blanco, mujer llevaba varias semanas sin poder comer debidamente, pues preferían los más adultos dejar que los más pequeños comieran en primer lugar, y no había comida para todos. Los bebederos también eran insuficientes y el agua casi podría considerarse venenosa. Cuando se abrió la puerta el sol cegó a Lili, que se quedó inmóvil, incapaz de mover su cuerpo. Su única salida cuando recuperó la conciencia era arrastrarse, agarrando la tierra con sus cuatro dedos, y lograr alcanzar la masa de gente que había logrado escapar, pero comprendió que sería en vano.

Avanzó unos diez metros, dejando atrás a otros compañeros que no podían ni mover sus brazos y vio como los mataban, como les golpeaban con las horcas ensangrentadas, como atravesaban con ellas los cuerpos pálidos que eran elevados hasta el camión y cómo proseguían su batalla animal contra ella. Pero no fue el fin, por desgracia. Uno de los gigantes seres señaló a Lili para que otro se ocupara de ella, uno que no llevaba horca en las manos, mientras él atravesaba el cuerpo, aún con vida, pues había olvidado apalearle primero, de la persona más cercana a ella. Los gritos de aquel ser vivo resquebrajaron el corazón y el alma de las casi dos mil personas que allí permanecieron inmóviles viendo aquella atrocidad, pero al hombre de la horca no le tembló ni un músculo y dejó que se desangrara viva dentro del camión junto al resto de cadáveres. En cuanto a Lili, aquel otro gigantesco hombre le partió una de las rodillas de un solo pisotón.

El destino de la pobre mujer de pelo blanco está a punto de terminar, pero como es un testimonio y todavía no ha sucedido no se puede contar, de momento, el final. Lo único que podemos hacer es adelantar acontecimientos y prever lo que ocurrirá. Así, los grandes seres que le aprisionaban decidieron dejar montones de comida a su alrededor, sabiendo que comerá hasta que no pueda más, con ansia, almacenando toda la energía posible, pues no podrá moverse de allí por más que quiera hacerlo. Y al quinto día entrará de nuevo el diablo con sus secuaces por la gran puerta y ya no habrá escapatoria. Lili se sentará frente a ellos esperando con los ojos bien  abiertos, respirando profundamente y moviendo los brazos lo más fuerte que pueda, cerciorándose de que no le darán por muerta y lanzarán tres o cuatro golpes antes de lanzar la estocada.

Y ese, en ese preciso instante, inevitablemente será su fin. O no.

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Querido lector, dime con sinceridad cuán descabellada resulta esta historia. ¿Crees que me he vuelto loco, que se me ha ido la cabeza, que soy un chico perturbado? Antes, con el permiso de "Igualdad Animal", deja que ilumine un poco tus ideas con un vídeo de tan solo tres minutos, cambia las palabras pertinentes y recuerda que nosotros somos la raza más cruel.


Si no sale la ventana con el vídeo o tenéis algún problema para reproducirlo: "La historia de Lili" en YoutTube o http://goo.gl/1EyOQj

sábado, 10 de enero de 2015

La raza más cruel

Se me ocurre una historia. No voy a escribir sobre ella, y si lo he hecho ya no lo diré ni publicaré. Es muy simple de imaginar. La historia trata sobre una especie animal muy antigua que vivía en un lugar bastante parecido al que solemos ver cada día y cada noche. ¿Cómo se llamaba? Lo siento, pero no se me ocurre un buen nombre, ni tampoco creo que sea relevante. ¿Cómo eran? Qué más da. Pensemos que tenían cara, un rostro parecido para todos los de la especie, pero distinto y característico entre las distintas razas. Mediante ese rostro los individuos de aquella sociedad lograban distinguirse, y pronto nacieron las fronteras. La historia seguiría narrando acontecimientos bélicos, de unos sobre otros, de cómo el poder corrompe y somete a los corazones, y de cómo es este mismo "poder" el que consume la supervivencia entera de la mayoría de las razas. Y de repente hablaría de un cambio, de una obsesión, de una moda y de la locura de quien la persigue. Los que se creían superiores, que conocían bastante bien las necesidades de aquellas razas más débiles, en un acto ruin y malvado, cuanto menos despiadado, se colocaron comida, carnes y pescados, frutas y hortalizas, por todo el pelo, y por toda la cara. Se pintaron por diversión, desechando el resto, con aquello que tanto necesitaban los débiles, y se mofaron de ello. Sus rostros cambiaron, para muchos a mejor, para algunos a peor, pero todos cambiaron, al igual que el pelo de color, y nació la belleza y sus ideales a costa del sufrimiento y hambruna de pobres e indefensas razas. ¿Os parece cruel? ¿Pensáis que es un acto malvado? La historia acabaría descubriendo al lector que aquellas razas dominantes lo llamaron "tinte" y "maquillaje". Pero no deberíais alarmaros, pues ellos mismos se percataron de la crueldad de aquella moda, aunque más bien de lo mucho que padecía su piel, y poco a poco sustituyeron la comida por grasas animales y otras, algunas más, otras menos, cosas asquerosas. ¿Qué pasó entonces con la hambruna? Nada. Las débiles razas siguieron sin recibir comida y las más dominantes empezaron a hablar de "problemas de obesidad". ¡Oh, qué acto más despreciable! Unos tanto y otros tan poco... Y la historia no terminaría, sino que seguiría profundizando en la despiadada forma de ser de este indeleble -por desgracia- espécimen, que a decir verdad no representaba ni de lejos a la especie en su totalidad. ¿Qué disparate diría a continuación? No os lo vais a creer, y no os parecerá tan descabellado cuando os lo diga. Aquellas razas "superiores" comenzaron a dar un nuevo uso a algo que necesitaban las razas débiles aún más que la comida, pues al fin y al cabo podían cazarla o cultivarla en sus tierras, y había que demostrar que eran realmente superiores. Así, la nueva moda para esta especie consistió en colgarse oro, plata, diamantes y cualquier forma de dinero y riquezas por encima de sus cuerpos. Portaban cadenas de oro en el cuello, hilos de plata en las muñecas y diamantes incrustados entre los dedos. Sí, lo hicieron. Lo hicieron para demostrar que ellos la tenían, la riqueza, y que nadie más la podía poseer, ningún pobre, ni siquiera los más pobres de entre su propia raza. Y terceras razas -no confundir, por favor, con el Tercer Mundo- tuvieron que ver aquel despropósito: ellos no tenían riquezas, y las que tenían les era arrebatada, con la consecuente e indeleble -por desgracia- pobreza, hambruna y muerte. ¿Qué os parecería la historia? Una mierda basura estupidez realidad -mira, no se me ocurre palabra, así que escribo un punto y sigo-. Y la historia podría continuar, y nuestra historia prosigue sin cesar. Algunas cosas no son ciertas, nadie se ha untado la cara de carne con el objetivo de fastidiar a los pobres, ni ha dicho nadie que mi historia estuviera basada en hechos reales, pero qué me diríais sobre las riquezas como objeto de moda, belleza y necesidad. Qué me diríais sobre la necesidad de la belleza y de seguir las modas, y de que te miren raro si no. Qué me diríais de las más que cuantiosas riquezas que no se utilizan con el fin de sacar de la pobreza a quien no puede hacer otra cosa que observar a los ricos regodearse con sus posesiones. ¿Y si fuéramos más descarados aún y, en vez de con oro, plata y diamantes, ornamentamos nuestras orejas, cuellos, muñecas y dedos con monedas y billetes? Al fin y al cabo, lo mismo debe ser para ellos. Mansiones, coches de lujo, festividades a lo grande, juergas, vicios, drogas, desperdicios, juego, azar, corrupción, avaricia, ansiedad de querer más, de dominarlo todo, injusticias, asesinatos, poderes, control, descontrol, guerras, intereses, sacrificios, banalidades, capitalismo, pobreza, muerte, enfermedades, destrucción, codicia (greed), hambre (hunger)... No se me ocurre mejor canción en estos momentos para terminar de hacerme, y tal vez haceros, reflexionar.
Imagine no possessions
I wonder if you can
No need for greed or hunger
A brotherhood of man
Imagine all the people
Sharing all the world

miércoles, 22 de octubre de 2014

Verano de 2014

Hace tiempo que no escribo. Hace tiempo que pienso siempre en lo mismo. Cada noche, cada vez que el sol nos abandona, los miedos se ciernen sobre mi. Tengo miedo a la oscuridad, a eso y a la soledad. Mi cama es demasiado grande para mi solo, tanto o más como para compartirla. Dejo la puerta abierta de la habitación por si necesito gritar...... Gritar..... Me sudan las manos y necesito dejar de escribir -un respiro por favor-, me reclino sobre la mesa para no volver a leer estas palabras, me miro en el reflejo oscuro de la ventana, dibujo una sonrisa y me río de mi mismo. Crees que superas algo y lo único que has hecho es esconderlo en lo más profundo de tu ser, y donde había lágrimas desconsoladas, dificultades para dormir y arrebatos de ansiedad siguen habiendo lágrimas, dificultades y ansiedad. Temo cada noche por lo mismo. También temo las alturas, la muerte y muchas cosas que la gente suele temer. Tengo muchos miedos y a casi ninguno me quiero enfrentar. Saldría perdiendo, y tengo miedo a perder contra ellos.

Hacía tiempo que no escribía. Hacía tiempo que quería escribir sobre todo esto, desahogarme, sentirme libre. Lo necesitaba, lo necesito. Hace tiempo que pienso en todo momento sobre lo mismo, y no es mucho tiempo comparado con el tiempo que deseo seguir recordándolo. Este verano ha sido difícil y no lo quiero ni mencionar... Alguien dijo que la felicidad está en las pequeñas cosas, y no podía ir mejor encaminado. Y ahora una de ellas ha dejado una huella en mi muy grande. Y ahora uno de ellos me ha dejado solo frente a mis miedos. La una por ser algo increíble, la felicidad escenificada, el amor más puro e incondicional, mil veces mejor que el humano, y todo procedente de la cosa más hermosa y pequeña que pudieron dibujar en este dichoso mundo. El otro por ser mi vigía, mi ángel de la guarda, mi protector y acompañante durante los peores, y no tan peores momentos de mi vida durante los últimos 11 años. No sé cómo escribir lo que siento por ellos, ni tengo fuerzas para hacerlo cuando hay lágrimas sobre mis dedos mientras estos teclean... Cuánto daría por pasear y cuanto daría por volver a tener la ventana abierta noche y día.

He de terminar aquí lo que empecé allí. He de cerrar los ojos y esta página y seguir adelante con lo que estaba haciendo. No obstante no me importa lo que estaba haciendo... Me consuelo con vicios banales de estereotipos juveniles, me sumo a la lucha en guerras que ni siquiera existen y leo y escribo sobre cosas que ya ni me interesan. Repito una y otra vez cada rutina diaria y trato de acostarme lo más tarde posible, pensando que así empezarán mis sueños antes, no tendré tiempo de pensar tanto en mis miedos y podré estar con quien quiero estar al despertar.

Pero no os confundáis: esto no es mi vida, sino mis recuerdos. Soy feliz durante el día, pero cuando la luna y las estrellas nos visitan y la oscuridad trata de asfixiarme apretándome el pecho y estrujando mi corazón, es en estas cosas en las que pienso. No son todas las noches por supuesto y no es toda la noche. En él y en ella, en ella y en él, en una perrita y en un gato, en Mickey y en Kiri Kiri... Nos dejaron sin más, pero nos toca a nosotros no dejarles ir jamás. No lo pienso hacer. Les echo mucho de menos... Sobre mis dedos hay lágrimas de nuevo. Cada lágrima es un recuerdo. Los suspiros son recuerdos. Lloramos y suspiramos cuando es lo último que tenemos. Esta lágrima es por ti, y este suspiro por ti.-Verano de 2014, y por el resto de nuestras vidas.

Mickey
Kira

jueves, 17 de julio de 2014

Larissa tuvo algo que ver aquí

Os dejo hoy un breve relato que estaba en el borrador del blog desde hace varios años. Puede que resulte raro de leer y una historia algo... diferente a las demás, pero tiene una explicación. Esta historieta la escribimos Larissa y yo un día corriente de clase, de esos días que hacíamos de todo menos atender en clase. Por lo tanto, hay frases escritas por ambos alternativamente a lo largo del texto. Así que no os fijéis en la falta de coherencia (risas). Lo cierto es que tengo que decir que añoro esos días de clase... Qué lejos queda primero de carrera, pero qué presente en la memoria lo tengo :)


"Estaba yo en mi casa tomándome una ensalada cuando la vaca se puso de parto. La oí mugir de dolor, y del espanto que me ocasionó me levanté de golpe de la silla y fui corriendo a atenderla. De la prisa, no tuve tiempo ni a abrir la puerta. Me la comí. Pero no importaba, mi vaca estaba apunto de tener una pequeña ternera y no la podía dejar sola, aunque en ese preciso instante todavía no lo sabía. Quiero mucho a mi vaca, qué le voy a hacer... Cuando hube llegado hasta ella, se encontraba tumbada de costado, con la cabeza del nuevo ser asomando por... bueno por donde todos sabéis, no es momento de dar lecciones de vida. La cuestión era, ¿qué tenía que hacer? Mis padres no volverían a tiempo y yo no tenía ni idea de llevar el parto de un animal. ¿Llamar al veterinario? Demasiado tarde. Si ya lleva tiempo que te atienda una ambulancia, un veterinario no movería el culo. ¿Cualquier vecino? El más cercano estaba a 20 Km de distancia. No sabía qué hacer. Y en ese instante, la salvación apareció por la puerta delantera, en bicicleta, ¡Larissa!

Larissa es un incordio y amante de los animales que de vez en cuando se pasaba por mi casa para ver los míos. No es que me queje, ella les daba el cariño que yo no les daba ya que soy un tanto gruñón. Ese día pasaba de camino y oyó a la vaca mugir así que se acercó a ver lo que pasaba. Muy a nuestro pesar nos tuvimos que poner a sacar a la ternera del interior de la vaca. Sólo se veía sangre por todas partes y a la vaca ya no le quedaban fuerzas. Se ve que la pequeña vaquilla estaba a gusto dentro de su madre. Después de horas de parto, Amélie, que es como se llamaba el animal, consiguió dar a luz a aquella criatura.

Larissa parecía feliz de tener la ternera entre sus brazos, pero cuando me la mostró, su cara no era la de una vaca normal. Tenía, cuernos de demonio y los colmillos de un troll, como los de las historietas fantásticas que leía de pequeño, la piel azulada y con las cuencas de los ojos vacías. Aquello era un monstruo, y a Larissa parecía gustarle, mientras tanto, Amélie reía a carcajadas, y gritaba con voz ronca "¡Samitje etpansile!".De pronto desperté sudoroso en mi cama. Me froté los ojos y fui a ver a mi querida vaca y ahí estaba... tan tranquila comiendo pasto. Observé en el cielo un unicornio volador que escupía arco iris por el ano... supuse que sería su medio de propulsión, y mataba a todo lo que aquel rastro rociaba. Enseguida volví a despertarme sudoroso. Las pesadillas eran constantes. ¿Qué podría significar todo aquello?

A veces me gusta pasear por las afueras de la ciudad buscando un poco de paz después de la ajetreada vida de grandes edificios, atascos a todas horas y contaminación por todas partes. Añoraba aquella época cuando era niño y vivía en un pequeño pueblo, en el campo. Tengo constantes pesadillas donde mi vida pasada se ve atropellada y demolida por el ruidoso tráfico nocturno. También añoraba a Larissa y a mis vacas. Esta nueva vida no está hecha para mi..."