domingo, 20 de noviembre de 2011

"El olvido"

Buenas a todos los lectores más habituales, y los menos también. Esta entrada de hoy iba a ser muy distinta, pero no he encontrado palabras para reflejar de verdad los sentimientos que rondan por mi cabeza, no ahora, sino desde hace mucho tiempo acerca de mi y del exterior, de vosotros y ellos, de todo en general, del lugar que tenemos en el mundo, de roles y oportunidades...
Pero es domingo, y los domingos son de reflexión. Y con tal de cumplir con la tarea he escrito un texto, más largo de los que suelo escribir. Ha sido algo espontáneo, pero aceptaré cualquier crítica. Gracias de antemano para los que lo vayan a leer. --> El olvido

martes, 15 de noviembre de 2011

La felicidad. Perspectivas

A menudo sucede, y sobre todo siendo estudiante, que, como oí decir a una profesora de filosofía en su día, vivimos conforme a lo que nos afectan las cosas de manera psicológica. Para aclarar las cosas, hay que entender lo que son las "perspectivas" como "el modo o posición de ver las cosas bajo la influencia de determinados factores". Por ejemplo, y este fue el que extraje de la profesora, si dedicas horas y horas a la lectura de un determinado filósofo acabas viendo el mundo como él, como si todo tuviera sentido y fuera tal cuál. Y el caso es que siempre que pienso en este fenómeno recuerdo mis días de piscina, de una vez que coloqué la colchoneta hinchable sobre mi cabeza, de modo que los rayos del sol traspasaban el plástico y proyectaban un color azul sobre mi rostro, y tras unos minutos, al retirar la colchoneta de sobre mi cabeza, todo era ciertamente azul, como si mis ojos se hubieran acostumbrado al color.

Pues bien, igual sucede con todo: leyendo libros, viendo películas, estudiando materias -actualmente me sucede que de tanto estudiar derecho mercantil, todo lo relaciono con él-, escuchando música, jugando (sobre todo de niños, cuando no había fronteras entre la ficción y la realidad), etc., y con los sentimientos. Y es que, de igual modo que al escuchar una canción triste, sentimos melancolía, al pensar tristemente nosotros mismos nos ahogamos en esa tristeza, cuanto más nos adentramos en una cueva, más oscuros estaremos. Y el efecto inverso. Pues todo está en la mente, y nosotros tenemos el poder de controlarla, aunque de manera inconsciente la mayoría de veces. Así pues, con el fin de alcanzar nuestro punto de equilibrio, nosotros mismos hemos de ser capaces de administrarnos las dosis de felicidad y tristeza necesarias, para lo cual podemos dar lugar a las perspectivas de las que hablaba antes. Y pensando en positivo, recogiendo cualquier síntoma de felicidad y explorándolo a fondo, expandiéndolo, haciendo que tienda a infinito -y aquí tenemos la perspectiva matemática-, conseguiremos controlar la emoción y hacernos sentir mejor. Y si es necesario esto, aparca el sentimiento adverso, pues este será necesario cuando te sea dictado.

Hay muchas más claves para obtener la felicidad, claro está, de igual modo que claro está que puede que este método no sirva en absoluto. De todas formas no hay que entender únicamente el equilibrio entre felicidad y tristeza, para la obtención de una felicidad íntegra, que es lo que he tratado en estas dos últimas entradas, sino que también el equilibrio entre lo que es moral y lo que no, entre la confianza y los miedos -de estos cada uno tiene los que quiere-, entre el triunfo y el fracaso, el estrés y la tranquilidad, el amor y el odio -este tema me gusta en particular-, etc.

Espero que haya sido algo interesante, y que penséis en ello cuando estéis tristes, o penséis que vuestra felicidad es demasiado forzada. Gracias

domingo, 13 de noviembre de 2011

La felicidad. El equilibrio

¿Quién puede decir cuáles son las claves para la felicidad? ¿Hay una llave que nos da acceso? ¿Unas pautas a seguir tal vez? ¿Podría solamente establecerlas aquellos a quienes tal sentimiento visitó algún día? Y sin embargo... no importa.

Son muchos los sentimientos que durante toda nuestra vida viviremos, sufriremos, y a los cuales sobreviviremos. Y hasta ahora, y en cualquier momento en adelante podrás pensar que los has experimentado todos, pero aún te falta mucho para ello. Es lo que más me gusta de esta vida, y del universo, que nunca es suficiente para verlo y conocerlo todo. Y dentro de este cúmulo de sentimientos que a diario dan sentido a nuestras vidas, nos encontramos con que todos ellos viven enfrentados. Y es lógico, pues sin tristeza no habría felicidad, ¿no? -¿O podría existir la luz si no hubiera oscuridad?-. Y ante este enfrentamiento, muchos pensarán que hay que concederle la victoria a uno, que "para ser feliz hay que eliminar los males y la tristeza de nuestro interior". Pero, ¿no es más feliz el que una vez fue triste? Y de igual modo, ¿podría alguien llegar a ser feliz eternamente sin sentir profundamente lo que es no serlo? Si lo comparamos con la luz: no se sabe si tenemos suficiente luz si no sabemos cuán oscuro se puede llegar a estar.
La cuestión pues, no está en eliminar un sentimiento, sino en entenderlo y valorarlo. Es como una balanza. La balanza de la felicidad. Por lo que para ser feliz, la dosis de tristeza ha de ser más o menos equivalente a la de felicidad. ¿Pesan lo mismo? Por supuesto que no: con un ápice de tristeza podremos sentirnos la persona más desdichada del mundo, mientras que necesitaremos muchos "kilos" de felicidad para notar su presencia. Y claro está, todo depende de la persona y la situación. Pero la cuestión es el equilibrio. La tristeza ni es mala ni es buena, igual que el miedo, la vergüenza o el aburrimiento, entre otros muchos, siempre y cuando se controlen sus dosis, porque en el fondo, de todo se aprende alguna vez, errar no es malo.
Si lo hay de tristeza está claro, ¿no? Pero, ¿qué ocurre cuando hay un exceso de felicidad? Bueno, no tiene porqué ocurrir, pero cuanto más alto se vuela, peor es luego la caída.

De todas formas, para controlar el equilibrio, proporcionar las dosis correctas de cada uno de los sentimientos es muy útil trabajar en las perspectivas...

martes, 8 de noviembre de 2011

20-N

Unos dicen que Rajoy es idiota, otros que Rubalcaba es inútil, incluso algunos apoyan ambas teorías. De lo que dicen de Zapatero mejor no hablamos, ¿no? También, y por otro lado, hay un sector que se guiará por la crisis y votará al que no estuvo en el poder durante la misma, hay otro, más grande aún, que no irá a votar o votará en blanco, cosa que sólo sirve para beneficiar al partido ganador y renunciar a un derecho, el de elegir cómo quieres que funcionen las cosas durante cuatro años, que no es poco, base fundamental de una democracia por la que, si no existiese, muchos llorarían y aclamarían... Y luego hay otro tipo de gente, como yo, que sabe que con el partido que sea vamos a estar de mierda hasta el cuello, y se guía solamente por los intereses, suyos y generales, que no son los de los fachas y los estancados en épocas pasadas, que están en contra del matrimonio homosexual y el aborto, entre otras cosas en las que no me voy a detener, y que pretenden preservar el futuro de la educación y de la sanidad privada por encima de la pública. Perdonadme si soy idiota o inútil, pero yo no votaré a ningún partido, ni a ningún político escaso de inteligencia, sino que lo haré por unos ideales que nos empujen hacia el progreso, la igualdad y los derechos humanos.

Que sirva.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Yo soy de mi casa

Hoy, mientras disfrutaba de un delicioso puré de verduras -ugh-, he oído por la televisión a un par de hombres inmigrantes, de Grecia, hablar de que se sentían completamente griegos y no se avergonzaban por lo que pasaba en su país. Uno era dueño de un restaurante donde sirve comida típica de su tierra. Tenía banderas de Grecia por doquier. Afirmaba una y otra vez lo patriótico que es. Lo respeto.

¿De dónde soy yo? Esa es la pregunta. Cada uno puede sentirse lo que quiera, pero la verdad más grande es que no eres de ningún lado. Has nacido en un habitáculo, dentro de una gran construcción, lo cual lo único que significa es que estás en un lugar donde han atendido a tu progenitora para que nacieras sano y salvo. Antiguamente los niños nacían donde nacían, ya fuera en la calle, en el campo o en casa (de estos hay algunos que siguen haciéndolo, ya no sin querer -un poco arriesgado en mi opinión-), y esas criaturas nacían igual que tú, y que todos. Así que por ahora no hay diferencia. Y claro está que, a escala más grande, has nacido en lo que llamamos socialmente una "ciudad", "pueblo", "aldea" o lo que sea, y si reducimos un poco más el zoom, en un "país", y aún más grande, un continente. ¿Qué determina esto? Bueno, lo primero es tu raza, ya que no son iguales las personas nacidas en el mundo occidental que las del oriental, por hacer una diferencia -si queréis cogemos a los mexicanos y a los brasileños, o a los rusos y los puertorriqueños-, física y culturalmente. Pero somos personas, humanos de un mismo planeta -si tuviéramos un planeta lleno de extraterrestres "amigos", seríamos todos de un mismo universo-.

El debate sobre la igualdad sigue abierto. Lo ha estado toda la vida. Ha sido alimentado por tanta diferencia discriminatoria entre razas, culturas y esas líneas invisibles que separan una zona terrestre de otra. Así, casi como los toros son criados "culturalmente" -la palabra "cultura" aquí no tiene nada que ver con algo relacionado a conocimiento, sino más bien atraso, incultura- para propiciarles dolor y sufrimiento a costa de diversión de unos cuantos, se han creado razas cuya única propiedad atribuida es la pobreza, razas destinadas al servicio, razas dirigidas a la guerra y razas dedicadas a gobernar el mundo. Y la patria nos demuestra por qué moriríamos, lo que somos y no ya de dónde venimos, pues esto es algo que no debería importar. No sé... tal vez no solucione nada eliminar las nacionalidades, no en sentido "localidad", esto es, yo he nacido en España y es allí donde tengo mi trabajo, seguridad social, DNI, casa, familia, y si voy a Japón seré un extranjero, sin nada; sino en el sentido de la superioridad que demuestra decir que no provienes del tercer mundo, o de la cultura gitana, y de atribuir cosas predestinadas -ya me entendéis, creo-. Pero sí estoy seguro de que sería un paso hacia delante en la lucha por la igualdad afirmar a cada instante que cada uno es de su propia casa. No puedo evitar decir lo que muchos habréis pensado: "Bienvenidos a la República Independiente de Mi Casa". Pero es que tiene toda la razón. Aquí, en mi casa, junto al resto de mi familia, y con los dueños de la misma, mis criadores, regimos nuestras propias leyes y hacemos lo que nos da la real gana. Y eso es todo lo que vengo a decir. Nada más.

martes, 1 de noviembre de 2011

Creando vida

De nuevo me presento, pues no realicé mi propia bienvenida como es debido. Soy Alberto, un pequeño blogger, un pequeño mundo en este gran universo lleno de opiniones, sentimientos, guerras y demás. Y sí, soy un Dios. Ups, perdón... un dios. ¿Por qué? Pues porque he creado vida, un mundo lleno de ella, un blog -y además puedo hacer lo que me de la gana en él-. Aquí vienen aquellos a los que les apetece leer algo conocido, de un amigo, no muchos más, tal vez porque les resulta interesante, no lo sé. La cuestión es que hay muchos más dioses, y todos merecedores de ser leídos. Y muchos otros desconocidos, merecedores de ser divinos.

El nacimiento de un blog puede ser causa de muchos factores. Uno puede decidirse a hacerse uno, por ejemplo, sintiéndose presionado por la gente de su alrededor que, sin alejarse del aburrimiento, encuentran interesante tus escritos (opiniones, desfachateces, expresión de sentimientos, etc). Otro motivo, frente al cual muchos buscan remedio, es el de una gran, o eso cree uno, pérdida (amor, familiar, amigo), sin existir estrictamente esa pérdida. Algunas veces, pasa que la persona sencillamente sabe escribir, se le da bien, y decide plasmarlo en un lugar que le resulte idóneo -¡qué cojones! En uno sencillo y gratuito, al alcance de todos-. También, no nos olvidemos, están los graffiteros, raperos y aficionados al "furbol", pero de esos mi conocimiento es nulo. ¿En qué grupo me consideraría yo? Bueno, pues claramente en los dos primeros, aunque haya habido gente que me dijera que eso de escribir no se me da del todo mal, lo cual pongo en duda... una opinión es una opinión al fin y al cabo, y para gustos los colores, que se suele decir mucho. Pero no importa, lo que quería decir es lo siguiente: da igual las razones por las que un blog salga a la luz. Si tan sólo una persona encuentra interesante lo que en él se plasma, y siempre y cuando te resulte interesante, valdrá la pena.

Os pondré un ejemplo. Es una idea que me surgió hace poco. Pasó que, viendo en internet opiniones sobre una película, descubrí una calificada como "muy buena". Pero, sin embargo y no obstante, al verla, descubrí que es un verdadero "truño". Pero hubo algo en ella que me llamó la atención: a alguien le gustó. ¿Por qué? Ni lo sé ni me importa. Sólo sé que si le gustó a esa persona, le puede haber gustado a muchos más. ¿Conclusión? Bueno, me la voy inventando a medida que mis dedos pulsan las ruidosas teclas, pero sinceramente creo que hay que darle una oportunidad a las cosas, una oportunidad de dejar que nos deslumbre, que nos cambie de opinión. Si luego al final no lo hace, nos da igual. Tal vez a alguien le cambie la vida unos cuantos segundos.

Por eso, y este es el propósito principal de la entrada, desde aquí, animo sinceramente a aquellos a los que les guste o apetezca escribir -todos hemos tenido nuestro momento escritura- para que se hagan un blog, y den a conocer a aquellos a los que les interese cualquier banalidad porque valdrá la pena, aunque esa única persona interesada seas tú mismo.