miércoles, 23 de marzo de 2011

Una cuestión sobre animales

Me encontraba yo sentado, en mi sillón azul de terciopelo, apoyando los brazos en los reposabrazos, fríos, de plástico inerte, negros como mis pensamientos en ese mismo instante cuando, de repente, vi de reojo a mi gato subir al hueco que hay entre el cristal y los barrotes de hierro. Quería entrar, fuera hacía mucho frío, y le he abierto. A modo de agradecimiento, o eso quiero creer yo, ha subido al escritorio y ha restregado su cabeza en mí, pidiéndome así que le acariciase y, a cambio, me regalaría un ronroneo, ese que me tranquiliza tanto. A su vez, mi perro había empezado a arañar la puerta de mi habitación desde fuera, así que le he abierto. Solo buscaba compañía. No había nadie más en casa. Lo que a continuación me ha sucedido es algo que muy frecuentemente vivo, y que me encanta, nunca mejor dicho -descubriréis por qué-.

Mi cerebro pareció colapsarse. Mi mente quedó en blanco -o en negro, según cómo se mire-, pensando en nada. No sé si es por el hecho de que mi cerebro que, tras tres noches en las que a penas he dormido y que, cuando lo he hecho, estaba intranquilo, soñando con Descartes y dividiéndolo por algún logaritmo en mi cabeza, cuando no soñaba con Inglaterra, se encontraba en un estado de reposo momentáneo, el cual, sin darse uno cuenta, suele alargarse en cuanto al tiempo se refiere; por el hecho de que había acabado de terminar un examen que me había agotado mentalmente, aunque, y sin embargo, me había llenado de satisfacción, no porque fuera a sacar buena nota, sino por el hecho de que había hallado en mi interior un sentimiento de diversión haciéndolo; o por Walter Reed, de Michael Penn, cuya melodía salía de mis altavoces; pero allí estaba yo, preguntándome de golpe por el sentido de todo, con su mirada delante, penetrante, de ojos verdes, con esas pupilas alargadas verticalmente, fijada en mí, en dirección a mi cara... ¿qué estaría pensando? Y mi perro, encima también del escritorio, mirando con entusiasmo a través de la ventana, levantando las orejas cada vez que oía un ruido extraño allá, fuera... ¿qué estaría pensando? ¿Hay algún objetivo más, secreto, aparte de mirar en busca de caricias o querer salir fuera, pues allí están los otros perros, con quienes poder jugar? ¿Es la mirada un tipo de lenguaje? ¿Me lo estaba pidiendo así? ¿Observar implica cuestionarse las cosas? ¿Se cuestionaba algo mi gato? ¿Cómo? ¿Sobre qué? ¿Y mi perro? [...]

Pero en fin, son preguntas sin respuesta -si alguien tiene respuestas, que me ilumine, como diría J-. Aunque por ahora puedo decir que mi gato ni se fijaba en si iba despeinado, ni si las gafas que llevaba me quedaban bien y que, si los animales son conscientes de algo, o piensan sobre ese algo, no creo que seamos capaces de explicarlo, debido a que se alejaría mucho al concepto que tenemos nosotros de pensamiento, ya que nosotros pensamos básicamente con palabras. Al menos es lo que yo creo, y como en tanto que creo, opino, así os lo he de mostrar, pues aunque sea mínima, toda cuestión es importante, toda reflexión ha de serlo. Y es que los animales me fascinan, me encantan, y jamás dejaré de preguntarme por ellos.

viernes, 18 de marzo de 2011

El sentido de la vida

No sabía muy bien qué publicar en mi primera entrada, pero al final pensé que la mejor manera era haciendo honor a las preguntas que encabezan el blog: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cuál el objetivo de nuestra existencia? ¿Es tan solo acabar?

Muchos son los interrogantes que quedan abiertos tras preguntar una cosa como esta y, por eso mismo, mucho es el interés que le tengo. Esta, es una reconstrucción de una pequeña discusión que tuvimos, yo y unos cuantos más, al hacer yo mismo esas preguntas (está en forma de diálogo porque así surgió y porque pienso que la mejor manera de tratar un asunto filosófico es ese):

Y: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cuál el objetivo de nuestra existencia? ¿Es tan solo acabar?

-Las primeras y siguientes reacciones fueron de acusación al pesimismo y evasiones al tema con chistes banales. En contra de lo del pesimismo, escribí un pequeño relato sobre un poeta que se suicida.-

A: Cuanto sentido de la vida busca la gente... no os centráis en lo importante: las chorradas que componen la vida son lo importante. Cualquier tontería lo es.

L: Estoy de acuerdo en parte con A

Y: No hablo del camino, ni de los pasos que lo componen, sino de la meta: ¿qué diferencia hay al final entre una vida llena de “chorradas” y otra vacía de ello?

V: Nada, pero de ti depende hacer el camino más llevadero, más alegre o más deprimente. El objetivo es disfrutar, disfrutar al máximo de cada emoción o sentimiento, de cada expresión o acción, aprender de los errores, madurar...

P: Carpe Diem

Y: Si todo eso está muy bien, pero... ¿para qué? Dentro de un tiempo todo será menos que negro y todo lo que hayamos hecho sólo servirá para que unos pocos hablen.

L: Realmente, tu vida dura la de los que te recuerden.

Y: No, mi vida terminará con la muerte. Lo que recuerden de mí después será lo que crean que fue mi vida.

V: ¿Y...? Mientras tanto habrás disfrutado, y eso nadie te lo podrá robar ni quitar...

Y: No lo entiendes. Digo que luego no habrá nada... NADA, y todo lo que hayas hecho o lo bien que te lo hayas pasado en vida no servirá de nada porque no sentirás nada y no recordarás nada, no sentirás la existencia ni nada de lo vivido y, cuando ese día llegue, no sabrás si quiera cuanto tiempo has estado en este mundo ni cuantas “chorradas” habrás hecho, porque no habrá nada...

I: Yo estoy con Y. ¿Qué sentido tiene el existir? ¿Es nuestra existencia significativa?

V: Depende de para quien es significativa: para un desconocido no, pero para tus más allegados claro que sí. El sentido es el que cada uno le da...Opino que lo mejor es disfrutar de los pequeños detalles con los que la vida te brinda...y eso nadie te lo robará...

Y: Y, ¿es significativo que para ellos tu vida lo sea?

-Llegados a este punto, mi pregunta quedó sin respuesta; I propuso que tal vez si hay algo más después de la muerte, pero que tal vez sean utopías que nos consuelan; D habló de la libertad de vivir como deseas, del común final de toda vida y de que las experiencias son para uno y sus seres cercanos; y J se unió, retomando el hilo principal-

J: El "sentido" de las cosas tan solo es una invención del ser humano para poder dormir tranquilo por las noches... Para mí la vida no tiene un "sentido". Desde el punto de vista biológico nuestra función es reproducirnos ¿Para qué? Pues no lo sé... a ver si alguien me ilumina. Lo que es cierto es que cuando te mueras te va a dar igual porque no vas a existir, es decir, que toda tu vida se va a ir por el sumidero y a tí te no te va a importar que los demás se acuerden de ti o no, porque vas a estar muerto.

-D mencionó el placer y las propias necesidades biológicas como fin Y J afirmó que “el placer es un mecanismo biológico para que te reproduzcas, no la finalidad de todo”, pero nadie consiguió iluminar a J-

V: Estoy de acuerdo con todo esto, pero pregúntate lo contrario: ¿Por qué no deberíamos existir? Pues hijo, estamos aquí, desconocemos la causa final de todo y a lo que se remonta. Además, ¿estamos ya predeterminados? ¿Realmente somos libres? Si te pones así, te amargas y te ahogas en tus propias inconclusiones... Es más, añado otra cuestión, ¿Cuál es la causa de que vosotros estéis pensando en esto ahora mismo? No me refiero a la causa de simple curiosidad, sino a la causa última, el por qué de vuestras reflexiones, vuestro pensamiento...En realidad, no tenemos respuestas de nada..."Solo sé que no se nada"

-D volvió a pronunciarse, esta vez hablaba del deseo de lo imposible y de que no hay respuesta final a nada, y A volvió a decir que no importa el sentido, que hay que vivir y punto-

Y: La causa de este pensar sería yo en un principio. ¿El objetivo? Ser humano, que es lo que muchas veces negamos, rechazando todo aquello que nos hace ser precisamente eso, tan solo humanos que usan la razón y se cuestionan todo tipo de cosas, que se enamoran, que se sienten tristes y deprimidos de vez en cuando y que tienen ciertos deseos de los que se avergüenzan. La vida no es sólo hacer “chorradas” y disfrutar a cada instante sin cuestionarse nada. La vida es todo y la muerte es parte de la vida en cierto modo. Lo único que hacemos es huir para no “amargarnos”, pero... ¿quién se amarga? Son solamente reflexiones. Nadie ha dicho nada de parar el mundo, y sí, la vida sigue.

-Entonces la discusión pareció ir decayendo. D volvió a poner, a mi parecer, excusas, diciendo que nos aburrimos mucho e I mencionó a un exprofesor de filosofía nuestro, muy apreciado, y que estaría orgullosos de nosotros. J se dispuso a contestar a V-

J: Es una pregunta complicada lo de por qué el ser humano reflexiona sobre esas cosas. Yo creo que, en primer lugar, el ser humano reflexiona sobre las cosas porque es consciente de ellas, es decir, es conciente de la muerte, de sí mismo, de la razón, del conocimiento, del amor, la felicidad... de multitud de conceptos. A su vez, pienso que estos conceptos han sido creados por el propio ser humano para dar nombre a determinadas sensaciones producidas por diferentes respuestas biológicas. ¿Por qué quiere conocerlas? Tal vez esté en su propia naturaleza el interés por conocer, podría ser herencia de nuestros antepasados que tenían como mecanismo el conocimiento de su hábitat y el entorno que les rodea para sobrevivir...

-Debo decir, aunque no añadí nada, que estoy de acuerdo, como también lo está el agente Smith, de Matrix-

J: como dice Y: reflexionar no tiene por qué ser malo... es más, pienso que la reflexión es lo que ha hecho llegar al ser humano donde está ¿Dónde estaríamos si un "amargado" como Newton no se hubiera puesto a reflexionar acerca de por qué una manzana cae?

-Y aquí acabó todo-

Me ha quedado un poco extensa la primera entrada, pero en fin, empezamos fuerte. Os animo a continuar reflexionando sobre el tema y a que me comentéis lo que queráis, ya sea de la discusión o del relato del poeta.