domingo, 13 de noviembre de 2011

La felicidad. El equilibrio

¿Quién puede decir cuáles son las claves para la felicidad? ¿Hay una llave que nos da acceso? ¿Unas pautas a seguir tal vez? ¿Podría solamente establecerlas aquellos a quienes tal sentimiento visitó algún día? Y sin embargo... no importa.

Son muchos los sentimientos que durante toda nuestra vida viviremos, sufriremos, y a los cuales sobreviviremos. Y hasta ahora, y en cualquier momento en adelante podrás pensar que los has experimentado todos, pero aún te falta mucho para ello. Es lo que más me gusta de esta vida, y del universo, que nunca es suficiente para verlo y conocerlo todo. Y dentro de este cúmulo de sentimientos que a diario dan sentido a nuestras vidas, nos encontramos con que todos ellos viven enfrentados. Y es lógico, pues sin tristeza no habría felicidad, ¿no? -¿O podría existir la luz si no hubiera oscuridad?-. Y ante este enfrentamiento, muchos pensarán que hay que concederle la victoria a uno, que "para ser feliz hay que eliminar los males y la tristeza de nuestro interior". Pero, ¿no es más feliz el que una vez fue triste? Y de igual modo, ¿podría alguien llegar a ser feliz eternamente sin sentir profundamente lo que es no serlo? Si lo comparamos con la luz: no se sabe si tenemos suficiente luz si no sabemos cuán oscuro se puede llegar a estar.
La cuestión pues, no está en eliminar un sentimiento, sino en entenderlo y valorarlo. Es como una balanza. La balanza de la felicidad. Por lo que para ser feliz, la dosis de tristeza ha de ser más o menos equivalente a la de felicidad. ¿Pesan lo mismo? Por supuesto que no: con un ápice de tristeza podremos sentirnos la persona más desdichada del mundo, mientras que necesitaremos muchos "kilos" de felicidad para notar su presencia. Y claro está, todo depende de la persona y la situación. Pero la cuestión es el equilibrio. La tristeza ni es mala ni es buena, igual que el miedo, la vergüenza o el aburrimiento, entre otros muchos, siempre y cuando se controlen sus dosis, porque en el fondo, de todo se aprende alguna vez, errar no es malo.
Si lo hay de tristeza está claro, ¿no? Pero, ¿qué ocurre cuando hay un exceso de felicidad? Bueno, no tiene porqué ocurrir, pero cuanto más alto se vuela, peor es luego la caída.

De todas formas, para controlar el equilibrio, proporcionar las dosis correctas de cada uno de los sentimientos es muy útil trabajar en las perspectivas...

3 comentarios:

  1. En primer lugar, estoy de acuerdo con el enfrentamiento entre tristeza y felicidad: uno no existiría sin el otro y no puedes saber lo que es ser feliz si nunca has estado triste.

    Pero hablas del equilibrio entre ambos como si nosotros pudiéramos controlar nuestros sentimientos. La mayoría de las veces (por no decir todas) no somos nosotros los que ponemos peso en una parte de la balanza o en la otra, la tristeza suele venirnos dada por las circunstancias , por sucesos que escapan de nuestras decisiones (al menos de forma inmediata y directa). Yo no decido si mi perro muere o no, puedo intentar salvarlo, pero muchas veces mi decisión no es suficiente.

    Bajo mi punto de vista, el ser humano solo vive intentando poner peso en el lado de la felicidad. No creo que en ningún momento intentemos estar más tristes porque estamos demasiado felices...

    Lo que quiero decir con todo esto es que nosotros no controlamos nuestros sentimientos, los sentimos independientemente de lo que hagamos, nosotros solo decidimos reprimirlos o no, que tiene que ver con su manifestación y no con su propia percepción.

    Por otra parte opino que la felicidad es y será siempre transitoria y momentánea. Un niño del tercer mundo probablemente sería feliz viviendo en un país desarrollado porque ha vivido en unas condiciones mucho peores pero ¿Cuanto le duraría la felicidad? El ser humano tiende siempre a buscar más, y es probable que dentro de unos años ese niño no sea feliz sino que viva simplemente "bien". No hay equilibrio posible, tu cuerpo siempre tenderá hacia la felicidad, y cuando la alcances tenderá hacia una felicidad mayor.

    Por último, comento un pequeño detalle con el que no estoy de acuerdo. Yo pienso que la tristeza y la felicidad sí valen lo mismo. La tristeza no tiene un efecto mayor que la felicidad... Una gran alegría tiene un gran efecto al igual que una gran tragedia, todo depende de la magnitud.

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  2. "nosotros solo decidimos reprimirlos o no". Tengo que decir en primer lugar, que la idea esta de controlar los sentimientos surgió por un tema que vi por la tele y del que luego estuve leyendo en Internet, con Punset, que era algo como la "plasticidad cerebral". No me acuerdo del todo bien, pero trataba de que cuando piensas en una cosa, en tu cerebro se hará más grande. Es la técnica que todos usamos a la hora de estudiar, repetirnos las cosas para que se hagan más grandes y accesibles en nuestro cerebro. Pues bien, también lo relacionaban con la felicidad: al pensar en cosas positivas y felices, serás más propenso a ser feliz y positivo. A eso me refería únicamente con controlar los sentimientos. En el fondo... yo creo que todo lo que hay en nuestro cerebro es controlable, como el miedo, el ejemplo más fácil, pero nos sabemos controlarlo.

    ¿Tú crees que la felicidad vale lo mismo que la tristeza? Bueno, tal vez no... pero los momentos tristes perduran mucho más en nuestra memoria, mientras que hay veces que no sabemos ni ver lo felices que somos cuando estamos con alguien, tenemos casa con techo, comida caliente, una familia que nos quiere y cuida, enseñanza, futuro -ya veremos xD- trabajo, etc etc. Que eso sea porque no sabemos valorar lo que tenemos o no es otra cosa.

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  3. No estoy de acuerdo en nada de tu comentario xD
    Lo de controlar los sentimientos, yo he dicho que nosotros solo decidimos reprimirlos o no. Todo eso de la plasticidad cerebral yo solo lo veo como una forma de actuar delante de sentimientos que ya tienes, puedes amplificarlos o reprimirlos. Pero al fin y al cabo tu no decides tenerlos o no. Si estás estudiando y te aburre el tema, tu puedes esforzarte en centrarte como si de alguna forma "minimizaras" el nivel de aburrimiento que te suscita. ¿Qué quieres que te diga? Si intento pensar cosas felices cuando no lo soy en gran parte me engañaré a mí mismo. Y tu mismo dices que será más "propenso", pero no por pensar cosas felices soy feliz. Si matan a toda mi familia el mismo día dudo que esté feliz por mucho que me esfuerce, y así con muchas cosas. Lo que yo pienso es lo contrario: todo lo que hay en nuestro cerebro no es controlable. Muchas cosas creemos que las controlamos pero no es así, a mi modo de verlo la mayor parte de sensaciones son respuestas involuntarias ante las circunstancias, tu puedes intentar modularlas, pero nada más y todo aquel sentimiento que te autoprovoques será tan falso como... ¿Unas naik? xDD

    Sigo pensando igual. Y creo que ambos perduran igual en la memoria. Es que no vale, porque tu estás comparando una tristeza puntual y muy intensa con una felicidad no excesiva y del día a día. De hecho los momentos felices se quedan grabados a fuego en la memoria. Por poner algún ejemplo te diría el primer beso, el día en el que te digan que vas a ser padre o que nazca tu hijo (queriendo tu tenerlo claro xD) o el día en el que la mujer a la que amas te da el "sí, quiero casarme contigo". No sé, yo pienso que tienen la misma incidencia en la memoria de una persona, solo que las tristezas y felicidades continuas no se quedan en la memoria porque no son algo destacable que rompa con lo cotidiano.

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