miércoles, 22 de octubre de 2014

Verano de 2014

Hace tiempo que no escribo. Hace tiempo que pienso siempre en lo mismo. Cada noche, cada vez que el sol nos abandona, los miedos se ciernen sobre mi. Tengo miedo a la oscuridad, a eso y a la soledad. Mi cama es demasiado grande para mi solo, tanto o más como para compartirla. Dejo la puerta abierta de la habitación por si necesito gritar...... Gritar..... Me sudan las manos y necesito dejar de escribir -un respiro por favor-, me reclino sobre la mesa para no volver a leer estas palabras, me miro en el reflejo oscuro de la ventana, dibujo una sonrisa y me río de mi mismo. Crees que superas algo y lo único que has hecho es esconderlo en lo más profundo de tu ser, y donde había lágrimas desconsoladas, dificultades para dormir y arrebatos de ansiedad siguen habiendo lágrimas, dificultades y ansiedad. Temo cada noche por lo mismo. También temo las alturas, la muerte y muchas cosas que la gente suele temer. Tengo muchos miedos y a casi ninguno me quiero enfrentar. Saldría perdiendo, y tengo miedo a perder contra ellos.

Hacía tiempo que no escribía. Hacía tiempo que quería escribir sobre todo esto, desahogarme, sentirme libre. Lo necesitaba, lo necesito. Hace tiempo que pienso en todo momento sobre lo mismo, y no es mucho tiempo comparado con el tiempo que deseo seguir recordándolo. Este verano ha sido difícil y no lo quiero ni mencionar... Alguien dijo que la felicidad está en las pequeñas cosas, y no podía ir mejor encaminado. Y ahora una de ellas ha dejado una huella en mi muy grande. Y ahora uno de ellos me ha dejado solo frente a mis miedos. La una por ser algo increíble, la felicidad escenificada, el amor más puro e incondicional, mil veces mejor que el humano, y todo procedente de la cosa más hermosa y pequeña que pudieron dibujar en este dichoso mundo. El otro por ser mi vigía, mi ángel de la guarda, mi protector y acompañante durante los peores, y no tan peores momentos de mi vida durante los últimos 11 años. No sé cómo escribir lo que siento por ellos, ni tengo fuerzas para hacerlo cuando hay lágrimas sobre mis dedos mientras estos teclean... Cuánto daría por pasear y cuanto daría por volver a tener la ventana abierta noche y día.

He de terminar aquí lo que empecé allí. He de cerrar los ojos y esta página y seguir adelante con lo que estaba haciendo. No obstante no me importa lo que estaba haciendo... Me consuelo con vicios banales de estereotipos juveniles, me sumo a la lucha en guerras que ni siquiera existen y leo y escribo sobre cosas que ya ni me interesan. Repito una y otra vez cada rutina diaria y trato de acostarme lo más tarde posible, pensando que así empezarán mis sueños antes, no tendré tiempo de pensar tanto en mis miedos y podré estar con quien quiero estar al despertar.

Pero no os confundáis: esto no es mi vida, sino mis recuerdos. Soy feliz durante el día, pero cuando la luna y las estrellas nos visitan y la oscuridad trata de asfixiarme apretándome el pecho y estrujando mi corazón, es en estas cosas en las que pienso. No son todas las noches por supuesto y no es toda la noche. En él y en ella, en ella y en él, en una perrita y en un gato, en Mickey y en Kiri Kiri... Nos dejaron sin más, pero nos toca a nosotros no dejarles ir jamás. No lo pienso hacer. Les echo mucho de menos... Sobre mis dedos hay lágrimas de nuevo. Cada lágrima es un recuerdo. Los suspiros son recuerdos. Lloramos y suspiramos cuando es lo último que tenemos. Esta lágrima es por ti, y este suspiro por ti.-Verano de 2014, y por el resto de nuestras vidas.

Mickey
Kira

No hay comentarios:

Publicar un comentario