domingo, 1 de julio de 2012

Pobres...

Suspiro tras suspiro la noche avanza con normalidad. Siento el vacío en mi interior, no sé dónde exactamente, pero está, lo sé, lo siento intensamente. Pienso en las palabras, en el daño que pueden llegar a hacer y en el vacío que pueden dejar, y en las imágenes, las de los que se enamoran.... nah, la de esos no, sino las de los que lo están o lo estuvieron, los que se besan y los que se cogen de la mano, la de los jóvenes y la de los viejos que pasean sin rumbo, cuya vida juntos perdió todo significado hace ya muchos años y cuyo miedo a morir solos les permite seguir viviendo juntos. Pobres... Me siento en un banco a contemplarlos. Es tan gracioso... pero no río. Y unos niños juegan a mi lado, se golpean la cara y... Irrelevante. ¿Y qué no lo es? Todo es irrelevante, tú, yo, todos, para todos, menos para ti. ¿Por qué sus vidas son más penosas que la tuya? Cada uno siente lo que siente y la mayor pena del mundo será tu mayor pena, y lo mismo sucede para la alegría y todos los demás sentimientos, porque tu experiencia es lo único que tienes, y la envidia, pero ella no sirva para nada. ¿Y qué hay del afecto? Se me olvidaba... tampoco es relevante. Al fin y al cabo vivirás tu vida, no la de los demás. Hablaremos dentro de muchos años si discrepas. Aunque de todas formas, nada es cierto y todo es ambiguo. No te creas ni una sola palabra. Yo no lo hago, pero eso no es lo que me aflige... Y aquí sigo, escribiendo más por necesidad que por entretenimiento, aguantando las horas sobre la espalda y un amanecer que no veré llegar, pensando que el sueño consumirá las horas que durante el día serán imprescindibles, irrelevantes para la felicidad.

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